sábado, 14 de mayo de 2011

Detrás del tule, caben muchos

Por Nancy G. Villarreal
La ciudad de Tulancingo de Bravo, Hidalgo, cuenta con 151,584 habitantes de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del año 2010. Esta cifra ha experimentado en los últimos cinco años varias fluctuaciones. De 2000 a 2005, hubo una diferencia de 7,661 habitantes más. En 2010, se contó que hay 21, 971 personas más que en 2005 residiendo en el municipio. Interesantes datos son estos, que despertaron mi curiosidad de comunicóloga interesada por lo social y, por supuesto, al ser originaria del bello Tulancingo. Comenzaré este trabajo relatando las diligencias que emprendí en busca de la información necesaria y que vinieron a forjarme un nuevo camino.
Acudí a las oficinas del Consejo Estatal de Población (COESPO) con la intención de conseguir algunas cifras representativas del promedio de nacimientos de nuevos tulancinguenses; pero, no recibí eso. Se me informó que no me podían ayudar de la forma en que yo se los pedía, ya que cuentan con datos específicos de cada municipio hidalguense. Pero seguida de la sensación de decepción, una de agradecimiento me invadió, ya que me abrieron los ojos hacia una nueva perspectiva, una probable causa del aumento de población: la inmigración hacia Tulancingo.
Me enteré de la existencia de la Coordinación General de Apoyo al Hidalguense en el Estado y el Extranjero. Tuve una gran emoción al pensar ingenuamente que ahí podría encontrar información del movimiento migratorio en el estado. Pero, otra carta de mi castillo se cayó, ya que tampoco manejan estadísticas tan específicas; de hecho, sólo manejan las más básicas, ya que concentran su trabajo en el apoyo al migrante y sus derechos. Me brindaron algunos datos interesantes pero fueron sólo de emigración hacia el extranjero.
Después acudí a la Jurisdicción Sanitaria número 2 de Tulancingo, donde muy seguramente me pudiesen proporcionar algunas cifras específicas respecto a la tasa de natalidad en el municipio. Debo confesar que percibí un recibimiento algo hostil. Me comunicaron que el Doctor Juan Garibaldi  no se encontraba en ese momento y que él era el único que estaba autorizado para dar ese tipo de datos. Decidí esperar. El  doctor llegó minutos más tarde. Preguntó de nuevo mi procedencia e intenciones, le expliqué con claridad las cosas presentándome como colaboradora del Semanario Intuición. No sé si mi “apariencia traga años” me delató, porque preguntó si era estudiante, y no pude mentir. Me explicó que no podía proporcionarme la información si no presentaba antes un oficio dirigido a la directora de la Jurisdicción. Dicho proceso no lo seguí por falta de posibilidad de estar en mi ciudad de origen para seguir como se debe el trámite. Esta situación, me hizo pensar en lo mucho que deja deseando la reproducción y difusión de datos para la población, a la que, a partir de 2002, a través de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental todos tenemos derecho.
En esta ley emitida por el Congreso de los Estados Unidos Mexicanos en 2002, están contenidos importantes beneficios para la fracción de la población que para algún fin desea o necesita conocer datos de corte institucional y gubernamental, incluso a nivel ejecutivo. Algunos ejemplos de los datos accesibles para ustedes lectores, son: datos personales de alguna persona física identificable, documentos como expedientes, reportes, oficios, correspondencia, convenios y por supuesto, estadísticas. Todos estos, pueden ser entregados al solicitante en formatos varios como impreso, digital, sonoro, audiovisual, escrito, visual, electrónico u holográfico.
Los sujetos obligados a proporcionar esta clase de información son los tres poderes del Estado mexicano,  órganos institucionales autónomos, tribunales administrativos, así como cualquier órgano federal. Uno de los fines principales de esta ley es dar a la comunidad acceso a la información de incumbencia pública de una manera fácil y rápida, sin mayores trámites y requisitos, para así dotar de democratización a la sociedad mexicana y dar cuentas claras a la población acerca de las gestiones de los ciudadanos obligados. Si bien en cierto que en el capítulo III, referente a la información reservada y confidencial, indica que cada dependencia es la responsable de clasificar la información que maneja de acuerdo con las parámetros que marca esta ley, mi lógica no logra clasificar las estadísticas dentro de alguno de los siguientes puntos. Como información reservada se considera la que pueda: comprometer la seguridad nacional la seguridad pública o la defensa nacional, menoscabar la conducción de las negociaciones o de las relaciones internacionales; dañar la estabilidad financiera, económica o monetaria del país; poner en riesgo la vida, la seguridad o la salud de cualquier persona; o causar un serio perjuicio a las actividades de verificación del cumplimiento de leyes, prevención o persecución de los delitos, la impartición de justicia, o cualquier actividad correspondiente al gobierno.
De acuerdo con estos puntos, yo me pregunto: ¿dónde entran las estadísticas de natalidad de una región?
¿Cómo la utilización de esta clase de información en un simple reportaje informativo podría comprometer la seguridad nacional y pública? ¿Cómo podría poner en peligro la vida de una persona o la estabilidad financiera de un país la publicación de simples cifras estadísticas? No encuentro respuesta, pero veámoslo desde un punto de vista más amable y comprensivo, supongamos que es decisión de la institución necesitar de un trámite tal como la redacción de un oficio para conseguir la información, con un proceso que tampoco cumple con el requerimiento de rapidez y sencillez en el otorgamiento de la información. Aunque también, una situación que representa un obstáculo al conocimiento de datos de interés, es la falta de éstos.
El principal obstáculo que hallé al intentar conseguir la información sobre el movimiento migratorio hacia el interior de Tulancingo no fue el trámite ni la burocracia exagerada, sino la falta de información referente a este tema específicamente en el municipio.
Al acudir a la Coordinación General de Apoyo al Hidalguense en el Estado y el Extranjero, hicieron de mi conocimiento que ellos sólo se encargan de cuidar los derechos del hidalguense en el extranjero y el estado. Sólo averigüé que Tulancingo encaja precisamente entre los diez municipio con mayor flujo migratorio hacia Estados Unidos.
En INEGI y COESPO es la misma situación, sólo hay cifras sobre emigración hacia el extranjero a nivel estado. Consulté también la página web del Instituto Nacional de Migración, pero Hidalgo ni siquiera figura entre las tablas estadísticas que tienen adjuntas en el sitio del instituto.
Los dos puntos tratados: la dificultad de acceso a la información y la falta de ésta, viene a perjudicar el cumplimiento cabal de la Ley de Transparencia, así como a frenar y obstaculizar la actividad periodística, profesional o estudiantil de quien necesita algún tipo de información pública. 
Por escases de datos y estadísticas claras sobre nacimientos e índices de inmigración en Tulancingo, no pude comprobar el grado en que cada uno de estos factores ha influido en el crecimiento demográfico en la ciudad. Sin embargo, es obvio que son factores importantes, que a pesar de no haber sido sopesados y conocidos al cien por ciento para llegar a conclusiones claras, se puede hacer algo por medio del sentido común. A continuación, haré uso de mi intuición y de las matemáticas para por lo menos intentar descifrar en qué grado el número de nacimientos ha influido en las estadísticas.
De acuerdo con algunos datos recibidos por parte de COESPO tiempo después de mi visita, en el año 2009, en el municipio se registraron 3,576 nacimientos. Si el año pasado hubo una diferencia de 21, 971 habitantes más que cinco años atrás (2005), y si tomamos como indicador promedio anual un número aproximado al de los nacimientos en 2009, digamos unos 4,000 niños por año, la cifra es muy cercana a la estadística registrada en el último censo de INEGI. Entonces, en diferentes zonas de la ciudad, en los rincones más insólitos y escondidos, entre 10 u 11 nuevos tulancinguenses nacen a lo largo de 24 horas.
Ahora bien, la población de este municipio es en su mayoría de clase media, trabajadora, principalmente se dedica al comercio o a la industrial. Muchos de estos comerciantes, son originarios de otros municipios hidalguenses e incluso de otros estados. Es muy común en los mercados encontrar personas de Acaxochitlan, Ixmiquilpan, Apan, Atotonilco, o del estado de Puebla, de localidades como Huauchinango u Honey, vendiendo productos de todo tipo. Estas personas ven en Tulancingo, que es un ciudad meramente comercial, una oportunidad de desarrollo y seguridad social. Aquí hallamos un tipo de movimiento migratorio hacia el interior de  la ciudad impulsado por necesidades sociales. Familias enteras se asientan en el “lugar detrás del tule” para buscar una mejor calidad de vida.
Otra fuente de trabajo en la ciudad es la industrial. Tulancingo cuenta con fábricas textiles donde se emplean muchas personas en edad productiva.
También es muy común la llegada de jóvenes a la ciudad por cuestiones de educación, principalmente a nivel medio superior. Chicos originarios de estados como Veracruz y Puebla, o de otros municipios de Hidalgo llegan en busca de superación y de lograr un grado más de educación, para después continuar su educación ahí mismo o en Pachuca. A la par del incremento de población joven, crecen las necesidades educativas y laborales, necesidades de una preparación más completa para poder sobrevivir en esta época de competencia económica y social.
De este modo, pudimos explicar o predecir (quizá de un modo muy austero) las condiciones que han propiciado el crecimiento demográfico en el municipio de Tulancingo de Bravo, perteneciente a nuestro bello Hidalgo. La poca información no fue un obstáculo enorme, sino una oportunidad para desarrollar un sentido algo crítico y un tanto intuitivo.
 Además, al estar en contacto con la gente, formar parte de esa estadística, al hacer plática con los comerciantes, con la vecina o el compañero de clases, es fácil percibir lo que sucede en la ciudad, cómo siente y ve la ciudad y saber que lo que uno vive es muy parecido a lo que los demás sortean. Después de todo, detrás del tule, caben muchos.