lunes, 16 de mayo de 2011

Ciber Love

Por: Reyna R. Roxana Lucía
Cuando me mandó su foto, lo primero que hice fue mostrársela a mi amiga:
Yo: “Mira wey, ¿Cómo lo ves?… ¿Le doy chance?.
Ella: Nel! No ma***! Está bien gacho!.
Yo: Pero si sólo nos vamos a ver una vez… Ya después lo bloqueo si no me gusta.
Ella: No ma***, pero si parece asesino serial!!
Yo: Noo! ¿Cómo crees? No seas exagerada. Nomás es la ropa que trae puesta. Seguro fue en una fiesta de disfraces o algo así. No puede vestirse todos los días igual. Osea, qué oso, no?
Ella: Bueno, pues tú sabes, pero no te voy a dejar ir sola con él, y lo citas en un lugar público por favor. Ah! Y no se te olvide dejar prendido tu celular para marcarte de vez en cuando. No vaya a ser la de malas y…
Yo: Ay ya, wey, ni que pudiera pasarme algo. Luego te cuento. Ya quedamos de vernos.
-        Cerré la ventana del chat y me puse a meditar sobre lo que haría. Miré su foto detenidamente y me dije: “no, no creo que siempre vista así, seguramente me quiso impresionar.”.
Lugar cerrado. Una silla y una guitarra al lado. El, de frente, con pantalones de cuero, botas altas de agujeta y chamarra negra (también de cuero negro) con estoperoles. Gafas, cabello negro y alborotado. –Qué sexy- Pensé. En fin, lo vería a las 5 de la tarde en plaza bella. Así, en el café, y llenos de gente, por si me pasa algo.
La primera vez que lo vi de frente: Qué impresión: El cabello más largo que en la foto, pero la misma ropa. Me dio un poco de pena que nos vieran juntos. Él era… Tan raro. Llamaba mucho la atención. Pero me fui acostumbrando. En realidad, me empezó a gustar su modo de vestir.
Esa fue la primera de 3 citas más, antes de que me besara por primera vez. Yo quería evitarlo. Era un chico rudo, como me gustaban, pero además de ello, sentía que los 4 meses que llevaba de conocerlo desde aquella vez que lo encontré en el “latin chat”, me eran suficientes para conocerlo. Para saber quién era en realidad. Y esas 3 citas ya me hacían verlo como yo lo quería ver: Como el chico que había soñado.
Me llevaba serenatas, me invitaba a sus “tocadas” y de vez en cuando, al estar en su casa (si, en 3 citas entré a su casa), tocaba la guitarra para mí. Esa guitarra que miré en la foto por primera vez.
Pasaba el tiempo y él me iba gustando más. En realidad pasaron cinco años y me enamoré profundamente. Hicimos planes, compartimos  logros y pensamos compartir la vida.
Todo fue espectacular. Lo fui conociendo, todos esos emoticones que me mandó por el Messenger, se vieron reflejados en gestos reales que se dibujaban en su cara. Cada palabra, tomaba un mejor sentido cuando la escuchaba de viva voz. No había duda. El internet, trajo a mí el amor verdadero.
Luego de tanto tiempo, y como en toda relación, tuvimos ciertos problemas. Se hicieron mayores y la relación llegó a su fin. Cinco años de mi vida. Y mirando al pasado, puedo decir que fueron los mejores. No me arrepiento.
¿Qué si las relaciones por internet funcionan? Tal vez. Yo te puedo decir que sí. Que si le echas ganas, se convierte en una relación de verdad. Y de ahí en adelante: Todo depende de ti. De los dos.
Ahora puedo presumir con gran orgullo que conservo a un gran amigo, una excelente persona que pudo no haber existido en mi vida de haberle dado en “no admitir” cuando me envió la solicitud de amistad.

Las relaciones cibernéticas son, en parte, una forma de socialización. “Un mal necesario” en la actualidad, ya que millones de personas se encuentran enfrascadas en sus situaciones laborales y/ o académicas lo suficiente como para salir al parque y conocer gente “de verdad” sin embargo, esa relación cibernética se puede convertir en real. Es tan común ahora el decir “Hola” en la fila del supermercado, como decirlo a través de una pantalla y por medio de un teclado, una bocina cuando se habla por teléfono, o por medio de una carta cuando ya se habla de amor.
Las relaciones a distancia son, de hecho, una genial ayuda cuando por causas del trabajo, de la escuela o de alguna razón específica, se provoca un distanciamiento físico entre dos personas que sostienen una relación. Siempre con la promesa de volver y escribirse a diario.
Para las generaciones pasadas, esto resultaba menos conveniente, ya que por cuestiones atribuibles a los medios de comunicación, el contacto no era contínuo, en realidad se reducía a una carta cada semana si los enamorados contaban con los medios pertinentes. Sin embargo, para las generaciones actuales resulta excelente. Es cuestión de citarse a una hora específica y sostener una video llamada, mandarse mensajitos al celular cada tres minutos o mantenerse alerta de las actividades de cada uno vía “feiz”.
Cuando conocí al que ahora es mi marido pensé: Cómo diablos vamos a sobrevivir así. Y es que él es militar, y estaba asignado a Mérida, Yucatán. Había venido a Pachuca, a la fiesta de mi hermano mayor, que también es militar. Se conocieron en Guadalajara, y trabajaron juntos un largo tiempo. Cuando me lo presentó, yo sabía que era el indicado.

Lo supe desde el primer momento.

Charlamos por horas mientras mi hermano bailaba con cada mujer de la familia. Se burlaba de nosotros, “Par de tortolitos, en dos meses ni siquiera se van a acordar uno del otro”.

Para mi fortuna; Se equivocó.

Estuvimos saliendo por dos semanas, las mismas que pasó alojado en mi casa, ya que se convirtió rápidamente en el amigo favorito de mi hermano, de la familia. Y en el hombre preferido de mi corazón.

Pasado ese tiempo, tenían que volver a Yucatán, hacer maletas y posteriormente trasladarse a Tabascoy permanecer ahí por cuatro meses.Me sentía morir. “No sufras”, me dijo.  –Si hemos de estar juntos, nos sobrarán los medios.

Después de un par de días de su partida, recibí en mi correo la notificación de que <alguien> deseaba agregarme como contacto en el Messenger. De inmediato reconocí su Nick. Lo acepté presurosamente y estaba conectado. Charlamos aproximadamente 4 horas. Él estaba “franco” (Tenía el día libre) Y había decidido internarse en el ciber worlddesde que le di mi correo junto con mi teléfono en una tarjeta.. Nos conocimos. Tal vez un poco más de lo que lo hicimos incluso en persona aquellas dos semanas. No había vergüenzas. Parecía que la distancia se disolvía, me sentía junto a él, en el parque, en la sala de mi casa, platicando de “nuestras cosas”. Con la intimidad de un cuarto de estudio, y por medio de un teclado inalámbrico, me puse cómoda y lo disfruté.

Cada que nos era posible, corríamos a la computadora; él se compró una laptop para poder conectarse más seguido; Yo reservaba con insistencia las computadoras de mi escuela, y me peleaba por ocupar la que había en casa.

Volvió a Mérida. Dos semanas intensas de trabajo ininterrumpido, pero se daba su tiempo, me contaba con detalle cada actividad, era meteorólogo, me mandaba fotos, videos, cada noche rogaba que al abrir mi cuenta de correo hubiera un mensaje de él.

A los dos meses, concertamos una cita, él pediría su cambio al DF y yo iría a visitarlo. Fue genial. Así estuvimos por dos años. Nuestro amor se sostenía mediante el teléfono y el internet. Al final, en mi cena de graduación, pidió permiso por dos meses. Estuvo presente en la comida familiar y frente a todos mis amigos, conocidos y familia, pidió mi mano. Sin pensarlo le dije que sí. -“Se me caían los calzones”, me dijo. Había tanta gente que no lo conocía, pero yo siempre supe quién era. Quién es. Quién será por siempre en mi vida.

Hoy, llevamos dos años de casados y tenemos una nena de un año. Él sigue saliendo a donde lo manden. Entiendo que es su trabajo. Al principio, lo seguía por todo el país, estuvimos viviendo en Guadalajara, en Mérida, y el DF, sin embargo ahora con la nena me es más complicado. Sin embargo, jamás nos sentimos lejos. Siempre hay un video dedicado en el FACEBOOK, un mensajito en el celular, comentarios y fotos que compartimos, y la esperanza de que el internet jamás se “atore” cuando nos ponemos a charlar.
Es, sin duda, muy reconfortante saber que el miedo a vivir en otro lugar que no sea en el que habita tu ser amado, puede desvanecerse un poco gracias a los medios actuales de comunicación.
Las nuevas tecnologías, por tanto, pueden salvar cualquier tipo de relación interpersonal. Puedes estar tranquilo y quitarte un poco la angustia de pensar que si te alejas, las cosas se irán a pique (Por ejemplo, si estás a punto de solicitar un intercambio académico y lo dudas por miedo a perder o a que se “enfríe” tu relación sentimental actual).
Alabado sea el internet.
Salvará mi relación.
Amén.

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